Junto a su esposo y su hija, Ortega migró a Costa Rica en febrero de 2019. Pese a que considera que actualmente su negocio se está fortaleciendo, señala que al inicio era muy difícil abrir la puerta de este mercado.
“Pocas personas te conocen, no tengo muchos conocidos donde vivo por lo que la mayoría de las personas son costarricenses. Ellos están en su mundo y esto es uno de los grandes obstáculos”, dijo Ortega a Periodismo Unido.
Señala que aunque el negocio “va creciendo”, aun no ajusta para pagar los impuestos que exige el Gobierno de Costa Rica, el seguro y la inscripción ante el Ministerio de Hacienda.
La socióloga Elvira Cuadra, directora del Centro Transdisciplinario de Estudios Centroamericanos (CETCAM), considera que el fenómeno migratorio a Costa Rica tiene vieja data, pero que se incrementó a raíz de la crisis sociopolítica.
“Antes de 2018, la migración estaba motivada por la situación económica, pero a raíz de ese año hubo una oleada que se extendió a 2019, que se podría considerar como desplazamiento forzado por razones de persecución política”, señaló.
“En 2020, esto disminuyó significativamente y en 2021 se incrementó el flujo de migración y desplazamiento forzado. Ahí se combinan varias razones: la prolongación de la crisis sociopolítica, el efecto de la pandemia, la situación económica, la incertidumbre sobre el futuro del país y la violencia estatal sobre el pueblo nicaragüense”, añadió Cuadra.
Ortega expresó que en Nicaragua siempre tuvo presente su sueño de crear una pastelería y llevar la administración de la misma.
“Siempre me han gustado las panaderías, pero nunca fue algo que hice. Lo quería crear y ser administradora. En Nicaragua teníamos una constructora y yo llevaba parte de la contabilidad. Pero mi sueño era hacer la panadería”, expresó.
“Estando acá, tuvimos que buscar qué hacer. Luego vino la pandemia y me regalaron un curso de pastelería y así fue como arranqué. Sabía que en algún momento iba a tener mi emprendimiento de pastelería, pero lo pensaba más como administradora”, destacó.
Ortega señaló que antes de empezar su negocio, en diciembre de 2021, hizo varios esfuerzos por laborar en empresas en Costa Rica.
“Cuando llegué, me pagaban menos del mínimo. Es complicado trabajar acá en lo que estudiaste, porque solamente me pudieron convalidar mi quinto año y eso cuesta mucho dinero. Mandar a traer papeles de Nicaragua es muy complicado. la opción que nos dieron fue comenzar a estudiar algo diferente o estudiar de nuevo. Pero para estudiar, necesitás recursos. Es como empezar de nuevo. Sería más fácil si pudiera homologar mi título, pero es muy complicado”, señaló.
Ortega expresó que las condiciones cambiaron rotundamente al momento de salir de Nicaragua.
“Venía de estar bien, de mi casa, que tenía un lugar y estaba construyendo una empresa. Tuvimos que venir y traer nuestros pocos ahorros a un país que es muy distinto. Como turismo es muy diferente, pero para quedarse es complicado”, señaló.
La socióloga Elvira Cuadra señala que el panorama social de Nicaragua promueve la migración de la Población Económicamente Activa y de recursos humanos calificados.
“Es una realidad; ya está ocurriendo la fuga de cerebros. Se está yendo del país gente de la Población Económicamente Activa y quienes aportan sus mayores energías a la productividad del país”, señala.
Al respecto, señaló que Costa Rica es un país que se encuentra saturado con la gran demanda de empleo por parte de población migrante.
“Hay una fuga de recurso humano calificado. Costa Rica está bastante saturado porque el flujo de desplazados y refugiados es bastante fuerte. La gente que va a Estados Unidos, por muy calificados que sean, no siempre tienen la posibilidad de ejercer la profesión o la especialidad que tienen, por lo que llegan a realizar trabajos precarios o de baja calidad”, dijo.
Cuadra añadió que la estructura poblacional también va a registrar cambios, debido a la migración.
“Va a quedar una estructura de población compuesta por personas de la tercera edad y por niños. La fuerza de trabajo joven está buscando como salir. Por otra parte, formar recursos humanos calificados toma varias generaciones y Nicaragua lo está perdiendo”, añadió.
En su conferencia de prensa semanal, el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, aseguró que revisará la forma en que los migrantes hacen solicitud de refugio político para asentarse en Costa Rica con fines económicos.
“Sin embargo, se ha utilizado el régimen de refugiados políticos, nuestra legislación, nuestra apertura por parte de grupos que no son refugiados políticos sino que son migrantes económicos”, manifestó.
Caves aseguró que la comunidad internacional no está colaborando con Costa Rica para soportar el flujo de migrantes que llegan al país centroamericano.
“La comunidad internacional no está colaborando con los recursos que necesita este país para ser un bien ciudadano mundial, lo queremos seguir siendo, pero si no hay de dónde no podemos seguir pagando, seguir aceptando gente que no son refugiados políticos que son refugiados económicos», insistió.
Previo a las declaraciones de Chaves, la socióloga Elvira Cuadra coincidió que Costa Rica está saturado a nivel laboral.
“El Gobierno de Costa Rica tiene una responsabilidad con relación a la población que está llegando desde Nicaragua buscando refugio. Pero la sociedad costarricense tiene una capacidad de absorción de esa fuerza laboral técnica y calificada que tiene un límite”, dijo Cuadra.
“Es posible desarrollar espacios cuando hay un flujo migratorio gradual. Pero en este caso, que el desplazamiento es de manera rápida, es muy difícil”, añadió.
El Cetcam, en un reciente informe titulado “El incierto Bienestar”, señala que durante el período 2007–2017 se registró un crecimiento económico sostenido, que tuvo una variación en 2009,debido a la estabilidad macroeconómica que el Gobierno heredó de la administración Bolaños, la cooperación millonaria procedente de Venezuela y la mejora de los precios de los productos nicaragüenses de exportación, en los mercados internacionales.
Después, el crecimiento se desaceleró y se quedó estable hasta que en 2018, la situación sociopolítica impactó negativamente en la economía del país y perturbó de forma continuada, un sistema económico modesto, altamente sensible a la inestabilidad política y social.
El shock interno en 2018 coincide en tiempo con el descenso (iniciado un poco antes), de la cooperación procedente de Venezuela, y el desplome de los precios internacionales del petróleo. Los analistas y especialistas en seguridad social habían predicho que la quiebra del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), exigía una reforma profunda.
Las discrepancias en torno a la reforma del INSS fue el punto de quiebre entre el Gobierno y la élite empresarial, lo que significaba que se había agotado la estrategia de crecimiento sandinista “de diálogos y consensos”.
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