En los últimos 32 años, la costa caribe nicaragüense ha servido como fuente de captación de trabajadores para cruceros internacionales. Miles de ellos son afrodescendientes originarios de la Ciudad de Bluefields, pero en los últimos 3 años a raíz de las crisis sociopolítica, económica y sanitaria, las familias se han reinventado las maneras de hacer frente a las adversidades.
Tres mujeres costeñas de diversas generaciones y ocupaciones: Adelys, Esther y Anita, se han adaptado para mantener el bienestar de sus vidas. Y cuentan sus historias, en vivo testimonio.
Ahora, se ha reinventado las maneras para asegurar los ingresos a la familia, junto a su esposo, que también está embarcado, emprendieron hace dos años un negocio (Comedor) en la entrada a la Ciudad.
Sin embargo, debido a la baja de clientes lo cerró y convirtió el local en un rancho de alquiler, trabaja desde su casa haciendo comidas por encargo y estudia derecho los domingos.
Anita Jonhson tiene 56 años y es madre de tres hijos y tres nietas. Aunque es abogada y profesora universitaria, emprendió junto a su hermana Verónica un comedor popular de comidas tradicionales afrodescendientes. Ella no es una mujer que aprendió a diversificar los oficios que generen ingresos al hogar, y en el local de comedor combina sus roles de abogada, maestra y consejera, hasta servir las limonadas o ginga beer que soliciten los visitantes.
Las Hermanas Molina, Esther y Anita quieren lo mejor para sus familias. Estas mujeres costeñas se han reinventado sus vidas y roles por el bienestar de los suyos y pese a que han tenido situaciones difíciles y días grises por el entorno y la realidad, ellas no se dan por vencidas. Cada día que llega lo abrazan con la esperanza que será mejor que ayer.
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