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HISTORIAS

“Mientras hay vida, hay esperanzas”

Mujeres afrodescendientes reinventaron sus vidas por el bienestar en sus familias   

En los últimos 32 años, la costa caribe nicaragüense ha servido como fuente de captación de trabajadores para cruceros internacionales. Miles de ellos son afrodescendientes originarios de la Ciudad de Bluefields, pero en los últimos 3 años a raíz de las crisis sociopolítica, económica y sanitaria, las familias se han reinventado las maneras de hacer frente a las adversidades.

Tres mujeres costeñas de diversas generaciones y ocupaciones: Adelys, Esther y Anita, se han adaptado para mantener el bienestar de sus vidas. Y cuentan sus historias, en vivo testimonio.

“No nos quedaremos con los brazos cruzados, queremos lo mejor para nuestras familias”

Coinciden estas mujeres que no se dan por vencidas frente a las adversidades de la vida y emprenden negocios que sobreviven a la diversa crisis económica, política y sanitaria que enfrentan en los últimos 4 años.

Las hermanas Adelys y Wendy Molina han emprendido juntas un exitoso negocio que pronto cumplirá diez años. Mientras Wendy está embarcada laborando en crucero internacional, Adelys, cuida los dos hijos de Wendy, y administra la tienda. Juntas como hermanas han encontrado en la asociatividad un complemento indispensable para valerse por sí mismas, y tener su propia empresa.

Esther Wilson tiene 56 años, es madre de 3 hijos y 3 nietos. Laboró durante 16 años en cruceros internacionales, recorrió más de 61 países en su trabajo continuo, pero un día, bajó del barco y regresó a casa para atender un problema de salud. Ahí se dio cuenta que, aunque es necesario suplir las necesidades económicas de la familia, el amor a sus hijos y nietos es incomparable la felicidad de permanecer al lado de los suyos. 

Las hermanas Adelys y Wendy Molina.

Anita Jonhson abogada y profesora universitaria

Reinventan sus roles por sus familias

Ahora, se ha reinventado las maneras para asegurar los ingresos a la familia, junto a su esposo, que también está embarcado, emprendieron hace dos años un negocio (Comedor) en la entrada a la Ciudad. 

Sin embargo, debido a la baja de clientes lo cerró y convirtió el local en un rancho de alquiler, trabaja desde su casa haciendo comidas por encargo y estudia derecho los domingos. 

Anita Jonhson tiene 56 años y es madre de tres hijos y tres nietas. Aunque es abogada y profesora universitaria, emprendió junto a su hermana Verónica un comedor popular de comidas tradicionales afrodescendientes. Ella no es una mujer que aprendió a diversificar los oficios que generen ingresos al hogar, y en el local de comedor combina sus roles de abogada, maestra y consejera, hasta servir las limonadas o ginga beer que soliciten los visitantes. 

Las Hermanas Molina, Esther y Anita quieren lo mejor para sus familias. Estas mujeres costeñas se han reinventado sus vidas y roles por el bienestar de los suyos y pese a que han tenido situaciones difíciles y días grises por el entorno y la realidad, ellas no se dan por vencidas. Cada día que llega lo abrazan con la esperanza que será mejor que ayer. 

Historias

Hermanas Molina (3)
Adelys y Wendi, las hermanas empresarias
Esther W
Abuela universitaria
Anita J2
Multifacética / abogada y dependiente

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