“Mientras hay vida, hay esperanzas”
Aunque las hermanas Adelys y Wendy no pudieron concluir la universidad porque necesitaban trabajar, la vida les enseñó que mantenerse unidas, como socias y buenas vendedoras, podían tener lo propio.
Mientras Wendy está trabajando en el barco, Adelys está en la tienda y así, juntas las hermanas Molina emprenden su negocio para el sustento familiar, una realidad que enfrentan muchas familias para salir adelante.
En junio de 2020 a causa de la pandemia mundial del COVID 19, cientos de costeños, la mayoría mujeres que trabajan en los cruceros internacionales fueron enviados a casa. Wendy Molina, una costeña afrodescendiente con varios años trabajando en esta industria, tuvo que improvisar junto a su hermana Adelys para asegurar los ingresos para el sostén de la familia.
Hace dos meses, Wendy regreso al barco y durante los dos años 2020 – 2022, que permaneció en Bluefields, recordó la herencia de sus padres para hornear diferentes tortas y empanadas a base de frutas: zanahoria, banano, fruta de pan, quequisque, yuca, Paty, ella misma las llevaba a los hogares y vendía en las vitrinas afuera de la tienda.
Wendy y su hermana Adelys son mujeres jóvenes que han experimentado diversas situaciones en su vida de las cuales encontraron que la sociedad entre hermanas es una gran fortaleza cuando aspiras por mejores cambios en tu vida.
Estas mujeres aprendieron desde muy pequeñas el trabajo duro, su negocio y emprendimiento ha sobrevivido las amenazas de la pandemia del COVID, la situación política que vive el país y los altos precios de los productos básicos en el país.
Ellas han rescatado la herencia del trabajo asociativo, pero sin perder la esencia de sus raíces culturales afrodescendiente, de niñas, las hermanas Molina Andrew crecieron trabajando al lado de sus padres en su natal: Beholden, un tradicional barrio afrodescendiente de Bluefields. Su mamá horneaba ricos bocados tradicionales del Caribe, mientras su padre salía de pesca, ahí las pequeñas aprendieron no solo a hornear, también aprendieron a tratar con la gente, a vender, ayudando a sus padres a generar ingresos en la familia.
En sus esfuerzos por mejorar sus condiciones de vida, las hermanas trataron de ingresar a la universidad en la carrera de administración de empresas, pero por la necesidad de ayudar en la economía del hogar, les fue difícil concluirlos.
Adelys trabajaba en un hotel y Wendy en una tienda, ahí estaba como contadora, pero como en la mayoría de los trabajos, ambas hacían de todo, y esto les obligó a replantearse que no podían seguir trabajando para otros.
“El trabajo es mucho y la paga no ajusta para los gastos en la casa”, Por lo tanto, tenían que hacer algo para mejorar sus vidas.
Estaba decidida con su visión de tener su propio negocio, pero necesitaban capital para invertir y no se puede tener si se trabaja para otros negocios, así Wendy decide embarcarse o laborar en un crucero, la idea es ahorrar y junto a su hermana probar el negocio que les gustaba desde niñas en vender y comerciar.
Cuando Wendy se va embarcada tuvo la oportunidad de visitar diferentes países, particularmente en las islas del Caribe que son comunidades semejantes a Bluefields, vio cómo la comunidad afrodescendiente inviertes en el cuido de su cabello, las trenzas, los estilos, los colores y vio grandes inversiones.
“Somos Crioles, nos parecemos con esta gente y nos encanta vernos bien por eso invertimos en nuestro cabello, en Bluefields ni en la Costa he visto un negocio como este” le comentó Wendy a su hermana.
Así, Wendy habló con una señora en la isla San Martín (Mar Caribe, a 240 Km de Puerto Rico) era una de las dueñas de un establecimiento con productos para el cabello, el pelo falso las trenzas, y así pudo conocer más de los productos.
“Comenzamos a comprar esos productos y los pusimos en una mesa en el corredor en la casa de mi mamá, ahí vendíamos pelo falso y tratamientos en envases pequeños” recuerda Adelys.
El negocio comenzó a funcionar y decidieron alquilar un pequeño local en el centro de la ciudad y en el año 2011 lograron abrir la tienda: Beauty Supply Kivia, y luego de cuatro años de estar alquilando, construyeron el local en casa de Wendy, siendo hoy una tienda de referencias en trenzas en la Ciudad.
Ahora la tienda ofrece cosméticos para maquillaje, extensiones para cabello, para uñas acrílicas en polvo y líquido y para diseños, las brochas para aplicarlas, también tratamientos capilares, champús, uno de los servicios que realizan es recomendar a la clientela asesorarlos en el uso de los productos, comenta Adelys.
“Si la clienta nos dice que tipo de problema tiene entonces le recomendamos que puede utilizar, sea para caída, para puntas abiertas, para resequedad, cualquier problema que tenga la persona y les dicen que es lo correcto es usar la línea completa”
Para tener este negocio han tenido que enfrentar algunas dificultades, los productos vienen del exterior, muchos de Estados Unidos, en ocasiones la aduana dificulta los procesos que retarda sacar sus compras.
“Si invertimos en este mes, compramos el producto viene llegando uno o dos meses después, para recibir la mercadería, los que transportan no sacan contenedor hasta que esté lleno de productos y hay que esperar”
Pero ellas siempre buscan potenciar el lado bueno de las cosas, y también han tenido logros muy importantes, Wendy tiene el contacto directo con los proveedores extranjeros, Adelys ha viajado y ha tenido la oportunidad de conocerlos también de buscar a otros proveedores.
En algunas ocasiones Wendy aplica y pone las extensiones, ella recibió un curso en Costa Rica para aprender a colocarlas en cosidos, hileras, pegar pelucas a algunas clientas. Tienen clientes de Managua, Corns Island, Puerto Cabezas, Laguna de Perlas en Tasbapauni y Nueva Guinea.
El respeto y aprecio que se tienen como hermanas ha logrado que se mantengan posicionada aun frente a las adversidades de la pandemia, la crisis económica, el desempleo, aun con sus esfuerzos se establecieron en su propio local para dejar de pagar por renta y tampoco tuvieron que hacer préstamos a bancos ni financieras porque fue un sueño de niñas y una lección de adultas de valerse por sí mismas.
“Yo me sentía muy bien porque las dos trabajamos muy unidas y juntas entonces en ese momento que esos dos años que ya estaba aquí el negocio, ha crecido bastante también ella vino y emprendió lo que es las tortas y hacemos las cosas y buscamos la forma como salir adelante, no solo quedar pensando en la parte negativa. Buscamos opciones, opiniones y tratamos de implementar y hacer las cosas para que podamos salir”
Al comienzo es un poco difícil, pero hay que tener fe, no todos los días la venta va a ser grande, no todos los días cuando uno sale a vender o ofrecer las cosas le va a ir bien, pero hay que tener y tener ánimo y fe para que uno puede progresar y tener esperanza y paciencia, porque esto no es de un día para otro nuestro negocio va a cumplir el otro año Dios primero diez años, pero es 10 años de sacrificio no es fácil, pero uno se puede cuando hace la lucha y tenga fe y tenga todo tenga su mente positiva lo va a lograr”
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