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Migrantes:

Entre sueños y esperanzas

Gabriel Martínez Rivas sufrió en carne propia el rechazo y la discriminación de ser un migrante nicaragüense e indocumentado en España. Sin embargo 4 años después, logró superar las dificultades con tenacidad y mente abierta. Él es una muestra de que en “La hora más oscura del día es justo antes del amanecer” .

El joven nicaragüense debió realizar diversos trabajos temporales para sobrevivir en España y luego la misma adversidad a la que se enfrentó lo llevó a emprender iniciativas como incursionar en la fotografía y, capacitarse en otras tareas, las cuales le han permitido mejorar cada día su condición económica aún lejos de su patria.

Con una visa de turista Martínez, ingresó a España donde como guía llevaba que una tía suya vivía en Zaragoza. Junto a sus esperanzas de continuar sus estudios, a lo mejor una maestría en su profesión de comunicador social, por lo que en su maleta, este joven matagalpino, había incluido su cámara fotográfica y su computadora.  

Sin embargo, muy poco le  duró la ilusión, pues se topó con la realidad que para sobrevivir había que asumir los gastos de permanecer en ese lugar, la renta de una habitación, alimentación y sostener otras necesidades.

Para ello debió enfrentarse a una serie de limitaciones desde la xenofobia, por no ser “blanco ni ojos azules”, hasta el maltrato incluido de grupos mafiosos de latinos que disputan el trabajo entre los indocumentados. La adversidad que enfrentó Martínez y la necesidad de sobrevivencia también le llevó a abrirse camino el que  encontró en la fotografía, en la cual ahora se desempeña.

El caso de Martínez no es único, y es tan solo un ejemplo de las condiciones a las que deben adaptarse los migrantes nicaragüenses luego de pisar tierras extrañas. También demuestra la suficiencia y el arrojo con que muchos nacionales fuera de sus hogares han sabido enfrentarse a todo tipo de adversidad.

Las personas que migran de países como los de Centroamérica, en este caso de Nicaragua, deben conocer que en los países de destino, “se aprovechan de vos porque saben que no tenés papeles, porque saben que necesitan de un trabajo, necesitás comer, pagar la habitación, entonces necesitás también ayudar a tu familia que está en el extranjero, entonces te dicen bueno es lo que hay , si lo querés o lo dejas , y entonces pues uno lleno de incertidumbre dice me quedo aquí, y es la historia que se repite con cada migrante que viene en su mayoría son mujeres, las cuidadoras”, dice Martínez.

 

Empezar de cero

Gabriel Martínez, estudió filología y comunicación, pero normalmente  trabajó en el área de comunicación institucional con organizaciones no gubernamentales y hace 4 años dejó Nicaragua, decidido a buscar  “otros rumbos”.

En un inicio, “llegas lleno de dudas sin conocer a mucha gente (…) entonces eso te limita bastante también, una cultura diferente, un clima diferente, porque vine en el mero otoño que hacía frío, claro, también la parte bonita de la seguridad que existe, del orden que existe acá en este lado”, refiere Martínez.

Igual que Martínez la mayoría de migrantes nicas que han dejado su patria, cuando llegan al país de destino les toca trabajar en todo tipo de oficio, la mayoría para su sobrevivencia realiza labores que nunca pensaron hacer en sus hogares, pero son las actividades que mayor demanda tienen.

Ese cambio para el nicaragüense representaba “empezar de cero”, y debido a su condición migratoria que pronto fue de irregular le tocó trabajar “de lo que me saliera”, pues el título obtenido en Nicaragua “aquí eso no me vale para nada, no podés homologar”.

“No tenés papeles, tenés que trabajar a como dicen aquí trabajar en negro, que quiere decir trabajar en negro, trabajar sin cotizar seguridad social, en primer lugar, estar ilegal y que si el Ministerio del Trabajo te descubre o descubre a un empleador, descubre a tu patrón que te está dando trabajo pues va multado. Entonces la mayoría de migrantes lo que hacemos cuando llegamos sin papeles es irnos a meter como internos, e internas, que somos cuidadores de ancianos”, relata el joven.

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  • Migrantes: Entre sueños y esperanzas

Y fue así como Martínez empezó a experimentar el pasar por diversas actividades laborales que le permitieran la sobrevivencia, a la espera de que en tres años pudiese regularizar su situación migratoria. Pero mientras esa documentación llegaba el joven tenía que aceptar todo tipo de trabajo.

Empezó como cuidador de un adulto mayor que estaba discapacitado: “Yo pasaba prácticamente todo el día, con el señor Julián y hacer un trabajo que yo en mi vida había hecho, porque si puedo decirte que en algún momento yo llevé a mi abuelo o a mi abuela al centro de salud, y fue lo máximo que hice cuidando ancianos en mi país. Pero aquí tenía que hacerle todo al anciano, desde limpiarlo, bañarlo y darle de comer, llevarlo de paseo en su silla de ruedas llevarlo de paseo al parque, entonces se le suma ese cambio drástico”.

Al pago precario que recibía el joven por esa labor, se le sumó enfrentar todo tipo de adversidad, “yo sufrí mucho racismo, mucha xenofobia, por parte del mismo señor que cuidaba por parte de la familia incluso. Pero hay gente que ha sufrido mucho más”.

Esto se ve expresado, según comenta en apodos, estigmatización, por ejemplo, cuando Martínez ingresaba al edificio donde trabajaba como cuidador del adulto mayor, los vecinos empezaban a decir: “¿Quién es ese chico que viene diario? Hay que tener cuidado con este chico, ‘porque no me miraban blanco ni ojos azules’”, comenta Martínez desde una mirada retrospectiva.

Una vez que muere el adulto mayor, que representaba el trabajo de Martínez, este se vio obligado a realizar todo tipo de trabajos, “como decimos en Nicaragua, rumbero”, que va desde ayudante de cocina, camarero y hacer trasteos, hasta largas jornadas nocturnas en los hospitales como cuidador de pacientes.

“Eso hice mucho durante mi estadía de ilegal, hice mucho que hay familias que no pueden ir a cuidar al anciano que está en el hospital, entonces contratan gente latina, ahí predominan los latinos. Tenía yo contacto igual me llamaban vení hacer una noche en el hospital, igual mal pagado desvelado toda la noche, pero ideay, era lo que había”.

En esa labor Martínez también conoció la existencia de grupos mafiosos de latinos en los hospitales que se imponen sobre otros indocumentados en cuanto al control en el cuido de los pacientes. De esa manera los indocumentados que no pertenecen a esos grupos reciben menor pago por el cuido de los pacientes que puede ser de 10 euros por la noche cuando el pago real oscila entre 20 y 25 euros.

“Mafias del mismo latino que ya son dueñas de los pacientes en los hospitales (…) te dicen: ‘Pero aquí yo estaba antes’, ‘yo siempre he estado aquí. No se a qué vienes tú’”.

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Fotógrafo de paisajes

En su búsqueda por obtener ingresos extras, Martínez que ha sido aficionado a la fotografía y nunca dejó de lado su cámara con la cual se dedicaba a captar imágenes de paisajes y sitios turísticos, empezó también a brindar servicios de sesiones fotográficas. Y así fue interrelacionándose con otros latinos que buscaban sus servicios para que les realizara sesiones con motivo de cumpleaños, bodas y otras celebraciones.

“Resulta que la comunidad latina comenzó a verme que yo hacía fotos, y bonitas, les gustaron siempre me llamaban: ‘Que quiero una sesión de fotos que voy a estar de cumpleaños, que quiero una sesión de fotos para mi hijo’ (…) cualquier actividad o evento, entonces yo estaba cuidando, claro al señor, pero nunca dejé de hacer fotografías no me consideraba en ese entonces como un fotógrafo profesional que hasta la vez he ido profesionalizándome”, relata el migrante.

El joven tomaba en cuenta sus limitaciones, así como los esfuerzos de las personas a quienes les ofrecía el servicio para no cobrar de forma exagerada.

“La comunidad latina es muy importante para mí, porque son los que me dan más trabajo, la comunidad latina siempre me busca, porque esto es un trabajo que va de boca en boca (…) y muchas veces el latino te prefiere”, expresa.

Llegó un momento en que el nicaragüense quedó sin empleo, por lo que empezó a visibilizar las alternativas con que contaba para ganarse la vida. Fua así que se inclinó por las posibilidades de dedicarle mayor tiempo a la fotografía. Y consciente que de fotografía solo conocía lo que en un semestre le habían impartido en la universidad, decidió capacitarse. Y aunque en ese país el Estado ofrece muchos cursos para quienes deseen estudiar, el joven no podía hacerlo por su condición de indocumentado.

Martínez optó por ingresar a una galería de arte en Zaragoza, una escuela con 44 años de experiencia en la enseñanza, y así estudió fotografía donde “poco a poco fui afinándome” en el campo   que es tan amplio.

A mediados de 2022 Cáritas Zaragoza promovió un concurso para reflejar la solidaridad que existe entre sus colaboradores, por lo que Martínez decidió participar con uno de sus trabajos, una fotografía que reflejaba el comercio justo. Y fue uno de los 20 trabajos seleccionados para ser expuestos.

Cuenta que en una feria donde había productos como café y artesanía nicaragüenses que lo trasladó a su tierra natal, captó el momento con su lente donde reflejaba el comercio justo.  

En la exposición su foto le gustó al jurado y el joven fotógrafo considera que le sirvió como incentivo.

 Y aunque ahora ya ha regularizado su situación migratoria está consciente que como migrante “muchas puertas se te cierran, se te estrechan, pero el camino lo tenés que ir haciendo como sea, ir bordeando los obstáculos, me ha tocado, ir tocando puertas metiéndome de aquí para allá, buscando como sortear toda esta competencia”, pues en esa profesión en la que ha incursionado “hay fotógrafos muy reconocidos que llevan toda una vida aquí y son los que la gente prefiere en este caso”.

Además, es de la idea de que hay que ver el lado positivo, de que en esta vida todo es aprendizaje. Y es así que ha continuado capacitándose y en base a su experiencia en Nicaragua donde trabajó con organizaciones no gubernamentales sacó un curso de monitor en tiempo libre y así aplicó para un trabajo en una ONG española que trabaja con niños hijos de personas migrantes que les permita insertarlos en la cultura de ese país europeo.

De esa manera trabaja en actividades recreativas con niños de unas 30 nacionalidades, incluidos nicaragüenses, así como de África, de Guinea, de Marruecos, de Argelia, de Ukrania, Rusia, Colombia y El Salvador.

“Esto es una riqueza grandísima trabajar con estos niños y ayudarlos a que estos niños se adapten tal y como yo me adapté, claro ya venía más preparado mentalmente, pero un niño que viene de África, o cualquier país de África, pobre que tuvo que cruzar el mar en patera, llegó aquí y viene a otro mundo total diferente, no hablan el mismo idioma tengo niños con los que me comunico mostrándole, por señas”, sostiene Martínez.

Y aunque recuerda que en Nicaragua había trabajado con niños en situación de riesgo, la experiencia actual es única, pues hay niños “que en su vida se han subido a un tren, o nunca han ido a una piscina (…) nunca han visto tanta agua, para ellos es algo maravilloso”.

Fenómeno similar para Centroamérica

Y aunque el fenómeno es histórico y es similar en otros países de Centroamérica, a simple vista el flujo ha incrementado en los últimos meses. En Nicaragua se ha visto reflejado en las largas filas frente a las oficinas de la Dirección de Migración y Extranjería (DGME), del Ministerio de Gobernación y en los grupos que cada vez son mayores de personas que hacen uso de transportes de excursiones hacia Guatemala.

 

Hasta el momento no hay un dato oficial que precise cuantos nicaragüenses han optado por dejar sus hogares y su país en lo que va del año. Pero los datos oficiales de la DGME sobre algunos servicios ofrecidos en los últimos dos meses pueden servir como indicativo de como está la migración nicaragüense.

Al hacer un recuento de los informes que la DGME hace cada semana sobre los servicios que brinda  podemos confirmar que solo en un período de dos meses que se contabilizan entre el 3 de septiembre y 4 de noviembre de 2022, la DGME ha extendido 59,295 nuevos pasaportes a nicaragüenses,  donde la semana con menor demanda fue entre el 10 al 16 de septiembre de 4,622 documentos, esta baja probablemente tuvo que ver con los días feriados, y a la de mayor demanda que registra un pico mayor de 8652 pasaportes entre el 29 de octubre y el 4 de noviembre.

Además, ante la demanda la DGME anunció servicios en línea.

El informe Estado de la región 2021 en su introducción resalta que “La migración nicaragüense es un fenómeno histórico multicausal caracterizado por el surgimiento y desarrollo de diversas ‘oleadas’, es decir, movimientos masivos de personas hacia otros territorios”.

Y destaca también, que “Las diferentes oleadas migratorias se han producido como resultado de los altos niveles de pobreza y la falta de empleos, la exclusión social y las crisis económicas, así como la violencia política, las revoluciones, las guerras, las masacres y los enfrentamientos a lo largo de la convulsa historia del país”.

El informe destaca, que los países centroamericanos han presentado distintas olas de migraciones tanto internas como externas a lo largo de su historia, propiciadas principalmente por la búsqueda de mejores oportunidades económicas.

Sin embargo, refiere que “distintos episodios de violencia, guerras, inestabilidad económica y represión política han conducido a importantes flujos migratorios en las últimas décadas”.

 

De acuerdo con analistas sobre el fenómeno y diferentes informes que han abordado el tema la oleada migratoria es multicausal y no es solo la región centroamericana la que ha sido afectada, sino que incluye a países sudamericanos que también usan de tránsito al istmo en busca del norte.

Los lugares de destino son variados pero diversas organizaciones que han mantenido un monitoreo sobre esta actividad han señalado que en el caso de Nicaragua su primera opción ha sido Costa Rica, Estados Unidos y en los últimos años Europa, particularmente España.

Migración - Fotografía: Mario Marlo

México “un tapón” para migrantes

En el pasado la ruta por tierra rumbo al norte había sido utilizada en menor proporción por los migrantes nicaragüenses en relación con el resto de las personas de la región. Pero en los últimos tiempos la situación ha variado y muchos de ellos han quedado atrapados en México sin poder continuar a Estados Unidos. Aunque la situación que atraviesan los migrantes hacia el norte no es diferente a la relatada por Martínez en España.

 Y es que, según la docente mexicana y estudiosa del fenómeno, Amarela Varela, “México es un tapón” para los migrantes, pese a que México también es expulsor de migrantes.

A criterio de la académica, a los migrantes los empuja una serie de causas político-sociales, una violencia de mercado, empobrecimiento extremo, hambre, precariedad y violencia patriarcal, muchas mujeres migrantes afirman que son objeto de violencia intrafamiliar, violencia sexual por parte de familiares, de vecinos empleadores entre otros.

Del millón de eventos de intentos al año para ingresar a Estados Unidos por las fronteras mexicanas, dice, que 8 de cada diez veces son deportados y una misma persona puede intentarlo varias veces.

Ella considera que, para algunos países de la región, sobre todos los del llamado Triángulo Norte, su país no solo es un país de tránsito, sino de destino, pues desde los años 90 se ha producido, lo que en migraciones se les llama las cadenas migratorias, como resultado de las guerras de contrainsurgencia ante el sueño de liberación nacional de algunos pueblos. Y de esa manera se asentaron estas comunidades en el sureste de México.  

Y en los últimos años después de la militarización de las políticas migratorias han surgido las demandas de refugio político en México que no son atendidas por el Estado de México. Menciona la académica que mientras México cuenta con 48 mil efectivos de la Guardia Nacional, que tiene como una de las principales tareas la vigilancia de la migración en las fronteras, esa nación apenas cuenta con 300 agentes de la Comisión Mexicana de Apoyo al refugiado.

 

La docente explica, que en México no hay políticas para integrar a las personas que se quedan atrapadas en su territorio, lo que llaman “la transitoriedad perpetua”, donde la respuesta a una persona que solicita puede durar hasta 3 años. Mientras tanto estas no tienen permiso para trabajar, por lo que deciden abandonar sus causas y viven sin documentación, situación que los expone a vivir sin una serie de derechos, incluido a una contratación legal de trabajo y aceptan realizar actividades que los coloca en desventaja. A esto añade, que estas personas sufren lo que calificó de “racismo social, porque los pobres persiguen a otros pobres como competencia”.

Actualmente por México pasan no solo los centroamericanos en mayor proporción hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, sino que ha aumentado en los últimos tiempos la presencia de personas venezolanas, haitianas y africanas.

A criterio de la académica la migración no se ha detenido ni siquiera con la pandemia de COVID-19 y más bien estima que fue utilizada como una herramienta de mayor control migratorio y profundizó las violencias estatales. Y en lo que respecta a México, donde también hay desplazamiento forzado hacia Estados Unidos y Canadá, más bien ha aumentado las desigualdades.

En cuanto a los cientos de miles de migrantes que quedan atrapados en su país, Varela estima que la violencia y la precariedad de estos se ha normalizado.

Y aunque también reconoce que “hay una tensión y una angustia social” que provoca manifestaciones de solidaridad de movimientos sociales, sobre todo, también considera que “se ha engordado mucho la industria de la caridad” del rescate en torno de la migración, que sigue siendo un tema más dentro de la agenda de ese país, donde únicamente se habla de desapariciones, violencia de Estado, asesinatos e impunidad.

La misma Varela expone en Ibero Forum, bajo el título México de “frontera vertical” a “país tapón”, migrantes deportados, retornados, desplazados internos y solicitantes de asilo que fue en octubre de 2018 cuando “comenzó un cambio gramatical, un giro copernicano, en la historia de México como país de tránsito, destino y retorno de millones de seres humanos”.

Varela también señala en su escrito cómo los migrantes atraviesan México “pagando todo tipo de extorsiones, experimentando todo tipo de violencias, repito, en su mayoría a cargo de funcionarios públicos como agentes de migración, policías y militares”.

Migración - Fotografía: Mario Marlo

Similitud en la región

Desde su experiencia en Honduras, Mercedes Pérez observa por su parte que el fenómeno es similar en todo Centroamérica y es muy complejo porque aparte de la población centroamericana que emigra, los países de la región sirven de tránsito a la población de América del Sur que va rumbo hacia Estados Unidos.  Los migrantes del Norte de Centroamérica buscan migrar a Estados Unidos, Canadá, y España, que son países de destino que ya también utilizan los nicaragüenses, quienes históricamente migraban en primer lugar más hacia Costa Rica.

“Es una situación mucho más complicada ahora y aparte también está el tema de deportaciones, Honduras se convierte en un país de origen porque expulsa mucha gente, también es un país de tránsito y también es un país de retorno”, dijo Pérez.

El tratamiento que le ha dado Honduras al fenómeno es complejo porque ni siquiera puede dar respuesta a su población deportada, destaca Pérez, quien señala que en el caso de su país las afectaciones primero por la pandemia de COVID-19, después las afectaciones de Eta y Iota, que les impactaron como tormentas tropicales y en Nicaragua fue en condición de huracanes, así como “las últimas tormentas que vinieron a agudizar las condiciones de pobreza que ya tenemos”. En el caso de Nicaragua los daños más recientes fueron a causa de las inundaciones provocadas por el Huracán Julia.

Pérez recuerda, que, tras Eta y Iota, en San Pedro de Sula, por ejemplo, miles de familias quedaron en las calles viviendo en casitas de nylon “y esas fueron las que tomaron la ruta migratoria, perdieron sus medios de vida”. A esto le agregó una serie de factores que contribuyen para que la gente decida a abandonar el país y buscar mejores derroteros, como es el hecho que los hondureños aún recienten el de los 12 años del gobierno anterior “que saqueó el país, actividades de narcotráfico, despojo del territorio, desplazamiento forzado”.

A esto agrega, que el narcotráfico está obligando a la población a salir de algunas comunidades, por ejemplo, menciona de La Mosquitia, hondureña, que “es donde se ha visto mucho este negocio de la narcoactividad y ha dejado muchas víctimas y a raíz de eso se están moviendo”. A esto añade la población campesina e indígena con mayor arraigo de sus tierras también en los últimos años han abandonado el campo en busca de nuevas alternativas.

Travesía bajo riesgos​

Y a diferencia de la forma que migró Gabriel Martínez, en las nuevas oleadas de migrantes nicaragüenses al igual que de otros países utilizan la vía irregular, por tanto, están expuestos a diferentes peligros. Aunque en el caso de Nicaragua últimamente utilizan las empresas de excursiones con destino a Guatemala, donde está vigente el CA-4 y luego con ayuda de “coyotes” o bajo riesgo, inician una travesía como indocumentados por territorio mexicano.

Y sobre todo actualmente que familias enteras abandonan sus hogares, las mujeres, niñas, niños, adolescentes y jóvenes, son los sectores de mayor vulnerabilidad.    

Mercedes Pérez, gerente del Programa de Apoyo Retornados de la Comisión de Acción Social Menonita, en Honduras, refiere que en su país hay empresas de transporte que hacen viajes directos a Tapachula, en otros casos aparentemente, dice,  están organizados los transportistas con las autoridades, pues “la gente paga un dineral y pasan como si nada”. Y la otra modalidad son las caravanas, aunque se mira en menor cantidad, a diario siguen saliendo cantidades de personas quienes hacen uso del CA-4 y  por puntos ciegos con apoyo de “coyotes”, siguen rumbo al norte.

Fotografía: Mario Marlo

Desde su perspectiva

Pérez, quien trabaja con el Programa de Apoyo Retornados de la Comisión de Acción Social Menonita, en Honduras, considera que los centroamericanos se exponen a todo tipo de riesgos al cruzar el territorio mexicano. Sin embargo, aunque estám consciente de ello, siguen haciéndlo, “primero porque es una ruta que para los centroamericanos se hace mucho más fácil, conocen de alguna manera Guatemala, México”.

Además, Pérez piensa que “la desesperación de la población es tal que no les importa exponerse a las situaciones, que ya conocemos, por ejemplo, las mujeres que terminan en manos de grupos de traficantes, de trata de personas, de explotación sexual”.

Pérez refiere, que hay cantidades de personas que están en manos de secuestradores, de los cárteles pidiéndoles hasta 7,000 dólares para que sean rescatados. Aún así la gente se sigue exponiendo, menciona casos de personas que han muerto encerrados, pero pese a “esa tragedia la gente continuó viajando en camiones”.

“Se enfrentan a todo tipo de riesgos, a que sean secuestrados a que los asesinen o vayan a terminar en grupos de explotación sexual, tráfico de órganos, ya se denuncia desapariciones de niños, niñas, se ha encontrado incluso caso de menores que están siendo explotadas en México, y desaparecieron de aquí como si nada, son niñas que también a través de las redes sociales son contactadas. Ellas creen que les están dando una oportunidad de trabajo, las engañan terminan cediendo y al final terminan en esos grupos de explotación sexual”, comenta Pérez.

Tras destacar, que como las redes sociales se vuelven peligrosas, pues en el caso de  Honduras ya hay denuncias de casos menores captadas por tratantes de personas a través de las misma. “Justamente ayer estaba escuchando a una madre, que dijo que sus dos hijos desaparecieron, hicieron una cita por internet con una persona fueron a las citas, ya no están, están preocupadas, hay redes de trata, que, por redes sociales, están engañando mucho a los menores de edad, jóvenes, adolescentes”.

Una lideresa en el norte de Nicaragua, que prefiere el anonimato, dice que es muy conocido que las mujeres nicas que deciden migrar de previo contemplan el uso de anticonceptivos, porque desde un inicio no descartan que entre los peligros que deben afrontar sea la violación y así evitan un embarazo.

Lo que a criterio de la lideresa eso representa “naturalizar la violencia que van a vivir, pero todo esto es una consecuencia trágica de que tengan que irse de sus casas y la vida que han llevado aquí”.

Para lograr irse las familias han vendido sus casas o empeñado sus casas y animales, que muchas veces con consecuencias fatales o mueren en el Río Bravo, o retornan con deudas lo que implica que regresan en peores condiciones.

Algunos indicadores de los niveles de migración en el norte del país, según la lideresa, es el hecho de las ventas de casas a bajos precios, las comunidades vacías y que se refleja por ejemplo la falta de mano de obra para el corte de café o en trabajos realizados por mujeres.   
Menciona que en el norte hay comunidades como El Coyolito, de La Concordia, alrededores de Jalapa, San Nicolás donde mucha población ha migrado. En el norte hay buses que trasladan a la gente hasta las fronteras. 

Pérez no descarta que al igual que en su país, en el resto de la región, continúe más fuerte el movimiento migratorio. Ella se basa en el número de deportados en ese país, que por ejemplo en el presente mes   ya casi alcanzan las 80,000 personas deportadas, que en relación al mismo mes del año pasado no llegaba a las 11,000  personas. Y quienes regresan a su país lo hacen con una situación más precaria, porque han vendido sus pocas pertenencias o asumieron deudas, dejaron sus empleos para pagar a un coyote por el traslado que va desde 5,000 dólares a 13 ,000 dólares. Hay otros casos que por falta de recursos se fueron solos por puntos ciego y cuando son deportados regresan en peores condiciones. Esta situación descrita por Pérez es un hecho que se repite en los países centroamericanos.

“Yo conozco a gente que dice mire yo agarré la ruta con mis hijos y ahí vamos preguntando, pero no conocemos, esa es la gente que no lleva nada que no tiene nada, se van pobres y cuando los deportan, viene aquí en un estado miserable”, apunta Pérez.

Esa situación les hace temer que aumente la extrema pobreza, al no contar estas personas retornadas con oportunidades para insertarse en la vida laboral. O en su lugar dice “la gente va a tomar nuevamente la ruta migratoria”, pues hay personas que lo ha intentado hasta 10 veces “y muchas veces son jóvenes que dicen lo volverán a intentar hasta que llegan”.

Y aunque Pérez reconoce que la migración es un derecho, pero debe ser “siempre y cuando la gente pueda regularizarse, pero estes es un sueño”.

“La gente sabe de los riesgos a que se exponen, pero mientras tanto no mejoren las condiciones en nuestros países, pese a muchas campañas la gente va a continuar porque hay desesperación, pobreza, necesidad de mandar a sus hijos a escuelas (…)”, señala Pérez.

Un diagnóstico realizado por World Vision sobre el tema migratorio en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, refiere que desde el inicio de 2021, el número de niños, niñas y adolescentes migrantes de manera irregular provenientes de la región centroamericana ha aumentado de manera considerable.

Al tiempo que menciona que ese segmento de la población se ve más afectada por las diferentes vulneraciones de derechos a los que se enfrentan, tanto en su lugar de origen, como en el trayecto del viaje irregular.

Sobre las causas que motivan a migrar de manera forzada a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes y sus familias antes y durante el contexto de pandemia y los fenómenos naturales ETA y IOTA, menciona cuatro razones fundamentales que propician la migración: La falta de oportunidades, especialmente de carácter económico; incluido el acceso a servicios básicos y educación, la reunificación familiar, la inseguridad ciudadana y el maltrato (físico y psicológico en los hogares).

Pérez indica que anteriormente se miraban solo jóvenes entre quienes migraban y luego se sumaron las mujeres, ahora se van las mujeres y los hijos. Luego son deportados se da la separación familiar.

Una Caravana liderada por mujeres - Fotografía: Mario Marlo

Añorando el retorno

Aún con los logros alcanzados en los países donde se han asentado y buscan adaptarse, los migrantes nicaragüenses añoran la tierra que los vio nacer y no descartan el retorno. Es lo que anhela Martínez.

“Me gustaría regresar en un futuro no muy lejano y contribuir en el desarrollo del país, enseñar de lo que ha aprendido tal vez en alguna Universidad, en alguna escuela de arte. Formar a las nuevas generaciones”, comenta Martínez a quien desearía ser profesor de fotografía, o de literatura.

Igualmente, al joven fotógrafo le gustaría captar con su lente los paisajes de Nicaragua y “darlos a conocer ahora que tiene mayor conocimientos fotográficos”, a su vez promover el turismo, a lo mejor desde Europa.

Entre lo que más extraña Martínez son esos días con su familia o sus amistades, así como los sabores de su tierra natal Matagalpa, las tradiciones como La gritería (7 de diciembre), las fiestas patrias, sobre todo lo relacionado a las bandas musicales.

Y algo tan simple, apunta, como “irse a sentar en un bar con los amigos, todo se vuelve añoranza. Esos momentos únicos de compartir con los amigos y por supuesto las tradiciones”.

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