Cada mes, Espinal debe garantizar un envío a Nicaragua de entre 250 dólares y 300 dólares, para que su madre y una hermana suya puedan suplir parte de sus necesidades básicas que además incluye la compra de medicamentos. La otra parte la deben poner sus otros hermanos.
De esa manera, Espinal sostiene dos hogares: Uno en España donde reside actualmente con su hija de 12 años y el otro en Nicaragua donde habita su madre y una hermana encargada de su cuido que en el país no ha encontrado empleo.
“Ya sabemos que con 100 dólares que le mandemos a nuestra madre (…) no va a sobrevivir, he tenido que aumentar la cantidad de dinero que le mando mensual”, expresa Espinal, quien lamenta que coincidentemente también en España donde reside han aumentado el costo de la canasta básica, y estima que esto está relacionado con acontecimientos externos como la guerra en Ucrania, mientras los salarios siguen congelados.
“Por ejemplo, antes yo compraba a la semana con 30 euros ahora tengo desembolsar 50 euros. Me afecta”, sostiene la migrante nicaragüense, quien señala que desde su llegada a España ella había empezado a ahorrar, pero en momentos de urgencia ha tenido que echarle mano a los ahorros, cuando no logra cubrir con su salario el monto que debe enviar a Nicaragua, por lo que debe generar más ingresos para mantener ambas casas, la de Nicaragua y la de España, para lo cual necesita como mínimo 1,200 euros, pues en su caso además de los alimentos que consumen, debe pagar renta de casa, energía eléctrica, calefacción y otros.
“Aquí para poder sobrevivir no solo basta tener un trabajo de lunes a viernes, sabe, con una jornada de 8 horas, no, para mantener dos hogares, sea el de España como te dije tengo a mi hija de 12 años que está estudiando y pues implica gastos, como inversión, como le quieras llamar. Y mantener a mi madre pues mira, tengo a veces que trabajar hasta los fines de semana, también hacer turnos por la noche, ya sea en un hospital o en una casa de algún abuelo o una abuela, e ir a acompañar a dormir a esa persona, que siempre están buscando, sabe, entonces tengo que generar más ingresos”, explica.
En Nicaragua Espinal se desempeñaba como docente universitaria, y aunque en ese país europeo cuenta con una residencia, lo único que le ha permitido es el contar con un trabajo fijo. Pero debido al tipo de actividad que desempeña que es de atención al cliente en una empresa de telefónica, por cuestiones de salud la ley le impide que realice horas extras dado que durante 40 horas a la semana, “tengo que estar allí escuchando, atendiendo sentada”, las quejas de los usuarios de ese servicio. Por tanto Espinales debe rebuscar el ingreso extra de otra forma.
“Ya tengo residencia española, lo cual se te hace un poco más fácil no significa que tengas residencia española se te va a llegar todas las oportunidades de trabajo ni trabajar en lo que vos querés o en lo que vos a estudiado en tu país, trabajás en lo que salga”, comenta que además de su jornada laboral ordinaria “si por la noche me sale de ir a cuidar a un abuelo o abuela a un hospital, pues me voy, si me sale ir a acompañar a un abuelo, una abuela a una casa me voy y si el fin de semana me salen horas de limpieza o cuidar niños, lo que sea pues yo me voy, pues tengo que mantener prácticamente dos hogares”.
Esto porque un trabajo extra de fin de semana, le representa unas 20 horas, por las que le pueden pagar entre 70 y 100 euros y un turno en un hospital de unas 10 horas por la noche recibe 40 euros.
Esto lleva a la nicaragüense a considerar que “España ha sido el país donde más he trabajado y he sentido que ha sido el trabajo más pesado que he tenido. En Nicaragua yo era docente de una universidad, no implicaba trabajo físico sino mental. En España he venido hacer trabajos físicos como cuidar abuelos, desde levantarlos en una cama, de ducharlos en cama con esponja, desde sentarlos en una silla de rueda o haciendo uso de grúa para levantar a una persona que está en una cama. Ha sido ese trabajo físico muy desgastante”.
El trabajo de atención al cliente que realiza Espinal y que se resume en estar contestando llamadas telefónicas, ese no es de desgaste físico, pero también es un desgaste mental, “porque solo te entran llamadas para asuntos de reclamo de facturas, averías, que el cliente por supuesto no está contento y pues te ofende creyendo que ofendiéndote a ti, lo hace contra la empresa, cuando es contra una persona que es un trabajador más. También ese desgaste mental a veces, contestar un teléfono 8 horas recibiendo llamadas porque no hay un descanso, solo los 20 minutos que te dan; te atiborras de información y la mente se te satura”.
Y aunque ella también se hace un tiempo para la recreación sobre todo por su hija, que aún es pequeña y por cuestiones de salud, debe saber balancearla, pues la recreación también significa gastos. ”Yo trato de hacer un balance para no desgastarme más sentimentalmente, emocionalmente físicamente más de lo que estoy”, dice, pues expresa que independiente de la labor que desempeñe a diario se le suma los pensamientos de interrogación sobre su familia en Nicaragua, “eso se desencadena en un estrés”.
“Yo por ejemplo ahora tengo serios problemas de salud a mis 40 años, por cuidar abuelos tengo dos hernias, esa ha sido una de las consecuencias y por el mismo estrés me ha salido una fisura y una fístola anal. No creas, ha sido muy duro que nosotros en las redes sociales solo presentamos como lo bonito de lo que vivimos. Pero las cosas malas, los desgastes, lo que implica estar en un país que no es el tuyo que sentís que no te apoya nadie, porque estás solo, es muy doloroso”, refiere la nicaragüense.
Las historias son similares
Doña Reina Lazo quien habita en un barrio de Estelí, afirma que con la remesa que recibe de sus dos hijas que se fueron a principios de este año a los Estados Unidos, logra satisfacer una gran parte de sus necesidades. Puede comprar los alimentos, puede pagar el agua, la energía eléctrica.
Entre las dos ajustan más de 800 dólares mensuales para que su madre cubra gastos también de los 4 hijos menores que ambas dejaron bajo el cuido de ella, además para pagar el préstamo que hicieron para viajar a los Estados Unidos.
Mientras tanto, “Fernanda”, otra nicaragüense que contó su historia a Periodismo Unido, se encuentra laborando en Costa Rica desde hace trece años.
Cuando llegó a este país en 2007, logró encontrar trabajo en menos de un año, aunque de forma irregular.
“Dejé a mis hijas en Nicaragua y les enviaba dinero mensualmente. Al inicio, no podía enviar mucho porque en Costa Rica, todo es caro”, dice Fernanda, quien explica que no solo enviaba para la manutención de sus hijas, sino que aportaba también para la casa de sus padres, que estaban a cargo del cuidado de sus menores en Nicaragua.
Actualmente, por la situación económica y el crecimiento de sus hijas, no envía remesas a Nicaragua, porque “la situación es muy cara en Costa Rica. Lo que antes se compraba con lo que uno ganaba ahora no alcanza”.
La remesa que llega a Nicaragua
“María Teresa”, a quien nombraremos así por razones de anonimato, recibe mensualmente 400 dólares que le envía su hermano mayor desde Estados Unidos.
María Teresa destina la mayor parte del dinero que recibe mensualmente para la manutención de su mamá, de 90 años.
María Teresa y su mamá son mayores de edad. Ambas reciben la ayuda económica de su familiar en Estados Unidos por su incapacidad de María Teresa para continuar laborando y la demanda de atención de su progenitora de 90 años.
“Si tengo jubilación, pero con lo que percibo no logro completar para la comida de la casa y las necesidades de mi mamá. Ella necesita pañales, medicamentos y alguien que me ayude a movilizarla. Algunos medicamentos no se los dan en el seguro social”, dijo María Teresa a Periodismo Unido.
María Teresa considera como fundamental la remesa que recibe de su hermano mayor.
“Sin esa remesa, no hubiera podido jubilarme y ya lo necesitaba por mis enfermedades y para atender a mi mamá”, comenta.
Las múltiples enfermedades, especialmente las óseas, no le permitían seguir laborando, aunque necesitara tener más poder adquisitivo.
“En días de fiesta, también recibía dinero de primos que vivían en el exterior”, añade.
De acuerdo al informe del tercer trimestre 2022 del Banco Central Nicaragua las remesas recibidas durante ese período alcanzaron los 862.2 millones de dólares. En igual período de 2021 las remesas fueron de 527.1 millones lo que representa un incremento en las mismas.
Las remesas recibidas en el trimestre tuvieron como principales fuentes de origen Estados Unidos, al representar el 78.8% del total, seguido por Costa Rica con un 7.7%, España con 7.5%, Panamá 1.8% y Canadá 1.0%, entre otros.
El economista Marco Peña, lo explica así: De cada 10 dólares de remesas monetarias 7 provienen de Estados Unidos. Y en el caso de Costa Rica, representa que nuevamente se volvió el segundo país destino de los migrantes nicaragüenses de donde podría estar ingresando entre el 13 a 15 % de remesas monetarias en el año.
Según el informe del Banco Central, los flujos de remesas procedentes de Estados Unidos sumaron 679.2 millones de dólares en el tercer trimestre, registrando un crecimiento de 102.0 % con respecto a igual período de 2021que fue de 336.2 millones dólares.
Del total de remesas recibidas en el tercer trimestre, los principales departamentos de destino fueron: Managua en un 25.0%, Chinandega 10.6%, Matagalpa 10.5%, Estelí 9.0%, Nueva Segovia 8.4%, León 6.4%, Jinotega 4.7%, y Boaco 3.1%, los que captaron el 77.7 por ciento del total.
En el acumulado hasta septiembre de 2022, las remesas totalizaron 2,258.4 millones de dólares, registrando un crecimiento interanual del 45.0 % . En ese mismo período de 2021 las remesas fueron de 1,557.3 millones de dólares.
La tendencia del flujo macroeconómico de remesas monetarias ha sido creciente para Nicaragua aún en tiempos de crisis interna y global, apunta Peña, quien estima que esto también evidencia que los nicaragüenses han conservado su trabajo en tiempos de crisis o si lo perdieron, lograron ubicarse nuevamente en un menor tiempo posible en otra actividad laboral y en algunos casos cumplen hasta dos jornadas de trabajo. Igualmente esto tiene que ver con que los mercados de trabajo de los lugares de destino de los nicaragüenses se han reactivado económicamente, apunta el especialista.
Esto refleja, dice, que son las familias ayudándose entre si, “sin intervención de nadie más ni del gobierno ni del Estado, las familias buscando un mejor estándar de vida”, Pero también representa la salida de una fuerza de trabajo joven, “fuga de cerebro que se está yendo la fuerza de trabajo principalmente joven, que se está yendo el talento humano de Nicaragua (…) el capital humano”, indica Peña.